viernes, 28 de enero de 2011

¿Cambian o no cambian las cosas?

¿Cambian o no cambian las cosas? ¿En qué nos estamos equivocando…?

Con esta incertidumbre, que no cuestión, arrancamos nuestro programa de hoy.

Bienvenidos a Recovecos. En los Mandos Franklyn Linares y al micrófono quien les habla, Natalia Guillén .

Darle forma a este editorial del miércoles 26 de enero me ha quitado un poco el sueño. Porque sé que las cosas están cambiando, pero no sé si lo suficiente. A veces me asola la esperanza, pero en otras ocasiones me invade la insatisfacción. Lo triste de todo esto es sea necesario que una persona arda frente a los ojos de la humanidad para decir basta. Resulta denigrante que la inmolación se convierta en el único timbre que despierta la conciencia social.

Ya son tres los países norteafricanos en los que hombres desesperados se han inmolado a lo bonzo siguiendo el ejemplo de Mohamed Bouazizi, el joven licenciado tunecino que se suicidó en diciembre después de que la policía local reventara el puesto ambulante de verduras con el que se ganaba la vida. Simplemente porque no disponía de una licencia.

Su gesto no sólo incitó a la rebelión de sus compatriotas hasta derrocar el odiado sátrapa local, sino que inspiró a ciudadanos de países vecinos. Cuatro en Mauritania, otros en Argelia, más en el propio Túnez, y otros tantos en Egipto.

Y ayer, martes de ira en Egipto, el ciclón revolucionario se desata en el antiguo imperio de los nubios. Causa- efecto, por imitación la sensibilización se extiende por países sometidos aún al yugo.

Sin embargo, siempre digo que me dan temor las revoluciones porque son como montar en bicicletas, cuando dejas de pedalear te caes. El ejército se puso de parte del pueblo en Túnez, la fuerza de parte del pueblo como sucedió en febrero de 1917 en Rusia, al lado de los soviets. El pueblo tiene la fuerza pero no el poder: ¿Cómo se tejerá la transición? Con tachones o con punto firme y sin costuras. Todo queda por venir.

Lo cierto es que en toda esta maraña, las redes sociales que para los jóvenes y menos jóvenes del mundo occidental sólo sirven para ligar, encontrar viejos amigos y sortear el tiempo laboral; en otros lares está siendo la octavilla envenenada que nadie puede parar. Las redes sociales no pueden frenarse y abren ventanas en muros revestidos del acero de los totalitarismos.

En Marruecos, también levantan la cabeza algunos movimientos sociales que ya no sólo reclaman una democratización sino derechos humanos. ¿Qué pensarán nuestros compatriotas los saharauis? De ello hablaremos hoy.

Asistimos a un punto de inflexión del que aún no somos conscientes, pero que sin duda nos dará que pensar y mucho por ordenar en el mapa geopolítico. Sobre todo, cuando estamos a punto de celebrar el día de la paz y la proclamación de los derechos humanos, que lamentablemente se convierten en grandes desconocidos.

Están escuchando ustedes Recovecos en la 93.7 y en la 99.7 de su dial y en onradio.es a través del ciberespacio.

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